Cinque poesie di Miguel Hernández
traduzioni isometre di Raffaele Di Stasio
Me llamo barro aunque Miguel me llame
Me llamo barro aunque Miguel me llame.
Barro es mi profesión y mi destino
que mancha con su lengua cuanto lame.
Soy un triste instrumento del camino.
Soy una lengua dulcemente infame
a los pies que idolatro desplegada.
Como un nocturno buey de agua y barbecho
que quiere ser criatura idolatrada,
embisto a tus zapatos y a sus alrededores,
y hecho de alfombras y de besos hecho
tu talón que me injuria beso y siembro de flores.
Coloco relicarios de mi especie
a tu talón mordiente, a tu pisada,
y siempre a tu pisada me adelanto
para que tu impasible pie desprecie
todo el amor que hacia tu pie levanto.
Más mojado que el rostro de mi llanto,
cuando el vidrio lanar del hielo bala,
cuando el invierno tu ventana cierra
bajo a tus pies un gavilán de ala,
de ala manchada y corazón de tierra.
Bajo a tus pies un ramo derretido
de humilde miel pataleada y sola,
un despreciado corazón caído
en forma de alga y en figura de ola.
Barro en vano me invisto de amapola,
barro en vano vertiendo voy mis brazos,
barro en vano te muerdo los talones,
dándote a malheridos aletazos
sapos como convulsos corazones.
Apenas si me pisas, si me pones
la imagen de tu huella sobre encima,
se despedaza y rompe la armadura
de arrope bipartido que me ciñe la boca
en carne viva y pura,
pidiéndote a pedazos que la oprima
siempre tu pie de liebre libre y loca.
Su taciturna nata se arracima,
los sollozos agitan su arboleda
de lana cerebral bajo tu paso.
Y pasas, y se queda
incendiando su cera de invierno ante el ocaso,
mártir, alhaja y pasto de la rueda.
Harto de someterse a los puñales
circulantes del carro y la pezuña,
teme del barro un parto de animales
de corrosiva piel y vengativa uña.
Teme que el barro crezca en un momento,
teme que crezca y suba y cubra tierna,
tierna y celosamente
tu tobillo de junco, mi tormento,
teme que inunde el nardo de tu pierna
y crezca más y ascienda hasta tu frente.
Teme que se levante huracanado
del blando territorio del invierno
y estalle y truene y caiga diluviado
sobre tu sangre duramente tierno.
Teme un asalto de ofendida espuma
y teme un amoroso cataclismo.
Antes que la sequía lo consuma
el barro ha de volverte de lo mismo.
trad.
Sono fango benché io sia Miguel
Sono fango benché io sia Miguel.
Fango è il mio mestiere e il mio destino
che sporca con la lingua ciò che lecca.
Sono un triste strumento del cammino.
Sono una lingua dolcemente infame
ai piedi che idolatro dispiegata.
Come un notturno bue d’acqua e maggese
che vuole esser creatura idolatrata,
investo le tue scarpe e tutto quanto attorno,
e intrecciato di baci e di tappeti
il tuo tallone ostile bacio e spargo di fiori.
Ripongo reliquari del mio aspetto
sul tuo tallone brusco, sul tuo passo,
e ogni volta il tuo passo sopravanzo
perché incurante il piede tuo disprezzi
tutto l’amore che al tuo piede innalzo.
Più fradicio che il volto del mio pianto,
quando del ghiaccio il vetro folto bela,
quando inverno la tua finestra chiude
porto ai tuoi piedi un astore dall’ala,
dall’ala sporca e dal cuore di terra.
Porto ai tuoi piedi un ramo tormentato
di umile miele calpestato e solo,
un disprezzato cuore ormai caduto
in forma d’alga e in somiglianza d’onda.
Fango, invano mi copro di papaveri,
fango, invano io spargo le mie braccia,
fango, invano io mordo i tuoi talloni,
dandoti con piagati colpi d’ala
rospi che sembrano convulsi cuori.
Appena mi calpesti, o mi avvicini
l’immagine dell’orma sulla testa,
si lacera e si rompe l’armatura
di mosto bipartito che mi cinge la bocca
in carne viva e pura,
chiedendo che l’opprima pezzo a pezzo
il tuo piede di lepre sciolta e folle.
La sua tacita panna si fa grappolo
e scuotono i singhiozzi il suo albereto
di lana cerebrale quando passi.
Tu passi, e lì rimane
a bruciare la cera d’inverno nel tramonto,
martire, gemma e pasto della ruota.
Stanco di sottomettersi ai pugnali
circolanti del carro e della zampa,
temi dal fango un parto di animali
di pelle corrosiva e di vindice unghia.
Temi che il fango cresca in un momento,
temi che cresca e salga e copra dolce,
dolce e gelosamente
la caviglia di giunco, il mio tormento,
temi che inondi il nardo della gamba
e cresca ancora e ascenda alla tua fronte.
Temi che si sollevi tempestoso
dal molle territorio dell’inverno
e irrompa e tuoni e cada diluviando
sopra il tuo sangue duramente dolce.
Temi un assalto di oltraggiata schiuma
e temi un amoroso cataclisma.
Prima che lo consumi la calura
il fango ha da mutarti in altro fango.
* * *
Me sobra el corazón
Hoy estoy sin saber yo no sé cómo,
hoy estoy para penas solamente,
hoy no tengo amistad,
hoy sólo tengo ansias
de arrancarme de cuajo el corazón
y ponerlo debajo de un zapato.
Hoy reverdece aquella espina seca,
hoy es día de llantos de mi reino,
hoy descarga en mi pecho el desaliento
plomo desalentado.
No puedo con mi estrella.
Y me busco la muerte por las manos
mirando con cariño las navajas,
y recuerdo aquel hacha compañera,
y pienso en los más altos campanarios
para un salto mortal serenamente.
Si no fuera ¿por qué?… no sé por qué,
mi corazón escribiría una postrera carta,
una carta que llevo allí metida,
haría un tintero de mi corazón,
una fuente de sílabas, de adioses y regalos,
y ahí te quedas, al mundo le diría.
Yo nací en mala luna.
Tengo la pena de una sola pena
que vale más que toda la alegría.
Un amor me ha dejado con los brazos caídos
y non puedo tenderlos hacia más.
¿No veis mi boca qué desengañada,
qué inconformes mis ojos?
Cuanto más me contemplo más me aflijo:
cortar este dolor ¿con qué tijeras?
Ayer, mañana, hoy
padeciendo por todo
mi corazón, pecera melancólica,
penal de ruiseñores moribundos.
Me sobra corazón.
Hoy descorazonarme,
yo el más corazonado de los hombres,
y por el más, también el más amargo.
No sé por qué, no sé por qué ni cómo
me perdono la vida cada día.
trad.
Mi soverchia il cuore
Oggi sto non lo so nemmeno io come,
oggi sto col dolore solamente,
oggi non ho amicizia,
oggi ho soltanto ansia
di lacerarmi alle radici il cuore
e di metterlo sotto uno scarpone.
Oggi rinasce quella spina secca,
oggi è giorno di pianto nel mio regno,
oggi scarica in petto lo sconforto
un piombo sconfortato.
Non reggo alla mia stella.
E mi cerco la morte tra le mani
guardando con dolcezza le lamette,
e ricordo quell’ascia mia compagna,
e poi penso ai più alti campanili
per un salto mortale ma sereno.
Se non fosse, per cosa?… non so cosa,
questo mio cuore scriverebbe il suo messaggio estremo
lettera che conservo lì riposta,
farei un calamaio del mio cuore,
una fonte di sillabe, di addii e di regali,
e lì rimani, al mondo gli direi.
Nato in cattiva luna,
sento la pena di una sola pena
che vale più di tutta l’allegria.
Un amore mi lascia con le braccia cadute
e a tenderle non sono più capace.
Non vedi la mia bocca disillusa
e questi occhi straniati?
Quanto più mi contemplo più mi affliggo:
tagliare il mio dolore, con che forbici?
Ieri, domani, oggi
soffre per ogni cosa
il mio cuore, peschiera malinconica,
prigione di usignoli moribondi.
E mi soverchia il cuore.
Oggi perdermi d’animo,
io, coraggioso più di tutti gli altri,
e tuttavia, il più amareggiato.
Non so perché, non so perché né come
mi perdono la vita ogni giorno
* * *
Mi sangre es un camino
Me empuja a martillazos y a mordiscos,
me tira con bramidos y cordeles
del corazón, del pie, de los orígenes,
me clava en la garganta garfios dulces,
erizo entre mis dedos y mis ojos,
enloquece mis uñas y mis párpados,
rodea mis palabras y mi alcoba
de hornos y herrerías,
la dirección altera de mi lengua,
y sembrando de cera su camino
hace que caiga torpe y derretida.
Mujuer, mira una sangre,
mira una blusa de azafrán en celo,
mira un capote líquido ciñéndose a mis huesos
como descomunales serpientes que me oprimen
acarreando angustia por mis venas.
Mira una fuente alzada de amorosos collares
y cencerros de voz atribulada
temblando de impaciencia por ocupar tu cuello,
un dictamen feroz, una sentencia,
una exigencia, una dolencia, un río
que por manifestarse se da contra las piedras,
y penden para siempre de mis
relicarios de sangre desgarrada.
Mírala con sus chivos y sus toros suicidas
corneando cabestros y montañas,
rompiéndose los cuernos a topazos,
mordiéndose de rabia las orejas,
buscándose la muerte de la frente a la cola.
Manejando mi sangre enarbolando
revoluciones de carbón y yodo
agrupando hasta hacerse corazón,
herramientas de muerte, rayos, hachas,
y barrancos de espuma sin apoyo,
ando pidiendo un cuerpo que manchar.
Hazte cargo, hazte cargo
de una ganadería de alacranes
tan rencorosamente enamorados,
de un castigo infinito que me parió y me agobia
como un jornal cobrado en triste plomo.
La puerta de mi sangre está en la esquina
del hacha y de la piedra,
pero en ti está la entrada irremediable.
Necesito extender este imperioso reino,
prolongar a mis padres hasta la eternidad,
y tiendo hacia ti un puente de arqueados corazones
que ya se corrompieron y que aún laten.
No me pongas obstáculos que tengo que salvar,
no me siembres de cárceles,
no bastan cerraduras ni cementos,
no, a encadenar mi sangre de alquitrán inflamado
capaz de despertar calentura en la nieve.
¡Ay qué ganas de amarte contra un árbol,
ay qué afán de trillarte en una era,
ay qué dolor de verte por la espalda
y no verte la espalda contra el mundo!
Mi sangre es un camino ante el crepúscolo
de apasionado barro y charcos vaporosos
que tiene que acabar en tus entrañas,
un depósito mágico de anillos
que ajustar a tu sangre,
un sembrado de lunas eclipsadas
que han de aumentar sus calabazas íntimas,
ahogadas en un vino con canas en los labios,
al pie de tu cintura al fin sonora.
Guárdame de sus sombras que graznan fatalmente
girando en torno mío a picotazos,
girasoles de cuervos borrascosos.
No me consientas ir de sangre en sangre
como una bala loca,
no me dejes tronar solo y tendido.
Pólvora venenosa propagada,
ornado por los ojos de tristes pirotecnias,
panal horriblemente acribillado
con un mínimo rayo doliendo en cada poro,
gremio fosforescente de acechantes tarántulas
no me consientas ser. Atiende, atiende
a mi desesperado sonreír,
donde muerdo la hiel por sus raíces
por las lluviosas penas recorrido.
Recibe esta fortuna sedienta de tu boca
que para ti heredé de tanto padre.
* * *
Il mio sangue è un cammino
Mi sprona a martellate e con i morsi,
mi tende con bramiti e con le corde
fin dal cuore, dal piede, dalle origini,
m’inchioda nella gola dolci uncini,
un riccio tra le dita e dentro gli occhi,
mi fa impazzire le unghie e le palpebre,
accerchia le parole e la mia stanza
con forni e con fucine,
turba la traiettoria della lingua
e spargendo di cera il suo cammino
la fa cadere in uno struggimento.
Donna, guarda il mio sangue,
una blusa di ardente zafferano,
un liquido cappotto che avvolge le mie ossa
al pari d’inauditi serpenti che mi opprimono
e cagionano angoscia nelle vene.
Guarda una fonte ardita di amorose collane
e sonagli di voce tormentata
che tremano impazienti di abitare il tuo collo,
un dettame feroce, una sentenza,
un’esigenza, un’afflizione, un fiume
che per manifestarsi batte contro le pietre,
e pendono per sempre dai miei
reliquari di carne lacerata.
Guardalo coi suoi capri e i suoi tori suicidi
che va incornando capestri e montagne,
che va rompendosi le corna a cozzi,
mordendosi di rabbia sulle orecchie,
cercandosi la morte dalla fronte alla coda.
Maneggiando il mio sangue, inalberando
rivoluzioni di carbone e iodio,
e raggruppando fino a farsi cuore
ferramenti di morte, lampi, asce,
e burroni di schiuma senza fondo,
vado in cerca di un corpo da macchiare.
Fatti carico, fatti
carico di un tal branco di scorpioni
con sì tanto rancore innamorati,
di un castigo infinito da cui nacqui e mi spossa
come paga riscossa in triste piombo.
La porta del mio sangue sta all’angolo
dell’ascia e della pietra,
però in te sta l’entrata irrimediabile.
Ho bisogno di estendere questo regno imperioso,
prolungare i miei padri fino all’eternità,
così ti getto un ponte fatto di cuori arcati
che si son già corrotti e ancora pulsano.
Tu non mettermi ostacoli che poi debba evitare,
non spargermi di carceri,
non bastano serrami né cemento
a incatenarmi il sangue di catrame infiammato
al punto da destare la febbre nella neve.
Ah, che voglia di amarti contro un albero,
che ansia di trebbiarti nel terreno,
e che pena vedendoti di spalle
non vederti le spalle contro il mondo!
Il mio sangue è un cammino nel crepuscolo
di appassionato fango e pozze evaporanti
che deve terminare nel tuo ventre,
una custodia magica di anelli
da accordare al tuo sangue,
un seminato di lune eclissate
i cui intimi frutti cresceranno,
tutti immersi in un vino con canne tra le labbra,
in calce alla tua cintola sonora.
Dalle sue ombre guardami, che gracchiano fatali
volteggiandomi attorno per beccarmi,
girasoli di corvi burrascosi.
Di sangue in sangue non lasciarmi andare
come una biglia folle,
non lasciarmi gridare solo e a terra.
Velenoso artificio propagato,
ornato con degli occhi di tristi pirotecniche,
favo terribilmente crivellato
con un piccolo lampo che duole in ogni poro,
gilda fosforescente d’insidiose tarantole
non farmi essere. Ma ascolta, ascolta
il mio sorriso senza più speranza,
in cui mordo la bile alle radici
da torrenziali pene visitato.
Accogli l’assetata sorte della tua bocca
che ereditai per te da tanto padre.
* * *
Canción del esposo soldado
He poplado tu vientre de amor y sementera,
he prolongado el eco de sangre a que respondo
y espero sobre el surco como el arado espera:
he llegado hasta el fondo.
Morena de altas torres, alta luz y ojos altos,
esposa de mi piel, gran trago de mi vida,
tus pechos locos crecen hacia mí dando saltos
de cierva concebida.
Ya me parece que eres un cristal delicado,
temo que te me rompas al más leve tropiezo,
y a reforzar tus venas con mi piel de soldado
fuera como el cerezo.
Espejo de mi carne, sustento de mis alas,
te doy vida en la muerte que me dan y no tomo.
Mujer, mujer, te quiero cercado por las balas,
ansiado por el plomo.
Sobre los ataúdes feroces en acecho,
sobre los mismos muertos sin remedio y sin fosa
te quiero, y te quisiera besar con todo el pecho
hasta en el polvo, esposa.
Cuando junto a los campos de combate te piensa
mi frente que no enfría ni aplaca tu figura,
te acercas hacia mí como una boca inmensa
de hambrienta dentadura.
Escríbeme a la lucha, siénteme en la trinchera:
aquí con el fusil tu nombre evoco y fijo,
y defiendo tu vientre de pobre que me espera,
y defiendo tu hijo.
Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado,
envuelto en un clamor de victoria y guitarras,
y dejaré a tu puerta mi vida de soldado
sin colmillos ni garras.
Es preciso matar para seguir viviendo.
Un día iré a la sombra de tu pelo lejano,
y dormiré en la sábana de almidón y de estruendo
cosida por tu mano.
Tus piernas implacables al parto van derechas,
y tu implacable boca de labios indomables,
y ante mi soledad de explosiones y brechas
recorres un camino de besos implacables.
Para el hijo será la paz que estoy forjando.
Y al fin en un océano de irremediables huesos
tu corazón y el mío naufragarán, quedando
una mujer y un hombre gastados por los besos.
trad.
Canzone dello sposo soldato
Ho gremito il tuo ventre d’amore e di semente,
ho prolungato l’eco di sangue a cui rispondo
e attendo sopra il solco come l’aratro attende:
io sono giunto al fondo.
Bruna di alte torri, alta luce e occhi alti,
sposa della mia pelle, gran sorso di mia vita,
verso di me i tuoi seni crescono dando salti
di cerva fecondata.
Mi sembra già tu sia un fragile cristallo,
temo che mi ti spezzi all’inciampo più lieve,
con la mia pelle armata vorrei come il ciliegio
rafforzarti le vene.
Specchio della mia carne, sostegno alle mie ali,
ti vivo nella morte che mi danno e non prendo.
Donna, donna, ti amo accerchiato dai proiettili,
agognato dal piombo.
Sulle bare feroci che restano in agguato,
sopra gli stessi morti senza scampo né fossa
ti amo, e ti vorrei baciare col mio petto,
sposa, fino alla polvere.
Ma quando la mia fronte nei campi di battaglia
ti pensa e non attenua né placa la tua immagine,
tu mi vieni da presso come una bocca immensa
con la fame nei denti.
Tu scrivimi alla guerra e sentimi in trincea:
io qui con il fucile chiamo e incido il tuo nome,
e difendo il tuo ventre di povera che aspetta,
e difendo tuo figlio.
Nascerà nostro figlio con il suo pugno chiuso,
avvolto in un clamore di vittoria e chitarre,
lascerò alla tua porta la vita di soldato
senza artigli né zanne.
È necessario uccidere per continuare a vivere.
Verrò un giorno all’ombra dei tuoi ricci lontani
e dormirò nel ricco lenzuolo inamidato
fatto dalle tue mani.
Le tue gambe implacabili vanno diritte al parto,
e la bocca implacabile d’indomabili labbra:
in questa solitudine di esplosioni e di brecce
tu percorri un cammino d’implacabili baci.
Per il figlio sarà la pace che sto forgiando.
E poi in un naufragio d’insanabili ossa
il tuo cuore ed il mio se ne andranno, lasciando
una donna ed un uomo consumati dai baci.
* * *
Yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío
Yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío:
claridad absoluta, transparencia redonda.
Limpidez cuya entraña, como el fondo del río,
con el tiempo se afirma, con la sangre se ahonda.
¿Qué lucientes materias duraderas te han hecho,
corazón de alborada, carnación matutina?
Yo no quiero más día que el que exhala tu pecho.
Tu sangre es la mañana que jamás se termina.
No hay más luz que tu cuerpo, no hay más sol: todo ocaso.
Yo no veo las cosas a otra luz que tu frente.
La otra luz es fantasma, nada más, de tu paso.
Tu insondable mirada nunca gira al poniente.
Claridad sin posible declinar. Suma esencia
del fulgor que ni cede ni abandona la cumbre.
Juventud. Limpidez. Claridad. Transparencia
acercando los astros más lejanos de lumbre.
Claro cuerpo moreno de calor fecundante.
Hierba negra el origen; hierba negra las sienes.
Trago negro los hojos, la mirada distante.
Día azul. Noche clara. Sombra clara que vienes.
Yo no quiero más luz que tu sombra dorada
donde brotan anillos de una hierba sombría.
En mi sangre, fielmente por tu cuerpo abrasada,
para siempre es de noche: para siempre es de día.
* * *
Io non voglio altra luce che il tuo corpo sul mio
Io non voglio altra luce che il tuo corpo sul mio:
chiarità assoluta, trasparenza rotonda.
Limpidezza il cui grembo, come il fondo del fiume,
con il tempo si afferma, con il sangue si affonda.
Che lucenti e durevoli materie ti hanno fatto,
oh cuore pieno d’alba, mia pelle mattutina?
Io non voglio altro giorno che non sia dal tuo seno.
Il tuo sangue è il domani che giammai si conclude.
Solo il tuo corpo è luce, sole: il resto è tramonto.
Io non vedo le cose che al lume del tuo volto.
Altra luce è lo spettro, niente più, del tuo passo.
Il tuo sguardo insondabile mai si volge a ponente.
Chiarità senz’alcun declino. Somma essenza
del lampo che non cede né abbandona la cima.
Gioventù. Limpidezza. Chiarità. Trasparenza
che fa vicini gli astri di fuoco più lontani.
Chiaro il tuo corpo bruno di fiamma fecondante.
Erba nera l’origine, erba nera le tempie.
Un sorso nero gli occhi e lo sguardo distante.
Giorno blu. Notte chiara. Ombra chiara che vieni.
Io non voglio altra luce che l’ombra tua dorata
dove spuntano anelli di un’erba che dà ombra.
Nel mio sangue, con fede dal tuo corpo incendiato,
per tutto il tempo è notte: per tutto il tempo è giorno.
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Nota
Pubblicato, col titolo Miguel Hernández. La disperata speranza, su “Poesia. Mensile internazionale di cultura poetica”, anno XXVI, ottobre 2013, n. 286, Fondazione Poesia Onlus, Milano